Cajas

Aurora volvió a tener el mismo absurdo sueño. Se lo dijo a su novio: he vuelto a tener el mismo absurdo sueño. “¿Pero no son todos los sueños absurdos?” La respuesta del hombre que parecía que jamás iba a beber su café, que solo lo miraba humear, también era una repetición; ya era un juego, una cómoda costumbre, esa conversación mañanera sobre “el sueño de la fila”.

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