Superhéroes Disney, dioses y el síndrome del Capitán América

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El waltdisnismo infecta todo lo que toca. Superheroes Disney o el síndrome del Capitán América.


Perdóneseme el título largo, ya sé que va contra el seo ese… sea lo que seo. (Y ahora perdóneseme esta tonta broma).

Carguémonos a Walt Disney

Quiero advertir de peligro inminente, lo tenemos encima, quiero dar una vuelta de tuerca al Ocaso de los ídolos de Nietzsche; quiero cagarme en Walt Disney, por mucho que sea inútil, imposible casi: son ELLOS, fatídicos y con una sonrisa en la boca de dientes perfectos y labios ni muy carnosos ni muy finos. Y sobre todas las cosas advierto: escribo esto al amparo de la deliciosa birra, nuestro último bastión.

El dios de las voluntades

Pero empecemos por el principio, si es que puedo: Nietzsche derribó, efectivamente, de sus pedestales a los viejos dioses, y sobre todo al más funesto de todos, el que se agazapaba como un buitre roñoso y hambriento tras las llamadas tres grandes religiones (o enfermedades). Y hoy este diosecillo, Jeová, Yavé, Súper Cristo Sayan nivel tres o como se le quiera llamar, se ha metamorfoseado en una entidad aún más terrible: Walt Disney. Y conste que cuando hablo de WD no me refiero a la empresa específicamente, sino a una idea mucho más grande que engloba la totalidad de la existencia humana en el planeta, brújula –trucada- moral y ética, fagocitador de voluntades, rémora sin gracia ni enjundia que todo lo iguala, lo pasa por el tamiz de lo, ya no políticamente correcto, sino de lo waltdísnicamente correcto…

Quorthon de la banda Bathory durante un concierto
Quorthon, cantante de la banda Bathory durante un concierto

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Retorno al paganismo

Pero entre que Nietzsche derribara a los dioses y el advenimiento de WD, sucedió que como repulsa al cristianismo precisamente se empezó a volver al viejo paganismo, sobre todo en el norte de Europa, en las Pagan vastlands, entendida esta palabra siempre, paganismo, como anticristianismo.

En la música este resurgimiento de los dioses del norte lo representa Bathory, y también Behemoth; y de forma excelsa: Burzum. Quememos esas molestas iglesias católicas y recuperemos los dioses y costumbres de nuestros padres para enarbolar una bandera nuestra, no esa cruz impuesta;

“My fathers gods, I ride for you
My fathers gods, I fight for you
My fathers gods, I die for you
My fathers gods, I am coming through to you
My fathers gods, I am yours
Through blood by thunder”

Canta Quorthon.

Hay que tener en cuenta que aunque yo vaya diseccionando los movimientos como en una partida de ajedrez, no se suceden de esa forma: todo se mueve y cambia constantemente, y mientras los satanistas, y luego los paganos, del Black Metal, mutaban la mente de su pueblo y de millares de personas del resto del mundo, el ente pernicioso de que he hablado, WD, ya daba sus primeros pasos a la contra metamorfoseándose con Jeová…

Zombies y vikingos

Por otro lado desde hace años llegaron, después de los zombis (ya hablaré de ellos en alguna otra ocasión), los putos superhéroes a nuestras vidas. Aunque ya andaban por aquí en forma de cómic, el cine de masas los puso en el candelero (al mismo tiempo la serie Vikingos, mientras “se meaba en la historia escandinava” –este es aserto de Varg Vikernes–, ponía de moda a unos señores muy guapos y bien pelados que se hacían llamar vikingos, y los fabricantes de merchandising ya no sabían los pobres si hacer llaveros de Mickey, sandalias de Spiderman o calzoncillos de Ragnar).

“Si algo vende, Walt Disney lo compra, lo emascula, lo tamiza en su máquina Toy Story”

Dioses y superhéroes

Los superhéroes, decía. Teníamos por un lado a los mutantes, los X Men, que empezaron con buen pie, sobre todo con la figura del antihéroe total representada por el oscuro Lobezno; y por otro lado a los Spiderman, Superman, Batman, los Marvel y los Dc, ya sabéis. Y no estaba mal, pero el ente WD, al tiempo que compraba, o infectaba, Star Wars, compró también a los superhéroes. De una u otra manera parece que los compró a todos, que lo compra todo: y aquí todo se fue a la mierda.

El Capitán América es un tipejo insoportable y ridículo, un buen chico americano, y lo peor: señor, sí, señor: un militar de cerebro bien lavado. Y esto no me molesta, es un personaje, pero cuando empezamos a ver que Thor también es un buen chico, que hasta Hulk se quita el sombrero y saluda cortésmente, que todas las historias siguen el mismo patrón, que los buenos son, siempre, detrás de todas las pantomimas, los hombres blancos y decentes…puf.

Me paro en el pobre Thor. Es un dios, ¿sabéis? los dioses no son ni hombres ni mujeres, no participan de moral humana, son hedonistas. Pero. ¡Pero! Thor (el que venden a nuestros hijos y a nosotros mismos ya) es el hijo bueno (rubio, blanco, ojos azules) de un matrimonio monógamo formado por su buen padre (masculino perdido) Odín, y su obediente madre (digna de un anuncio de cocacola de los sesenta) Freya. Su hermano es malo (moreno, ojos negros, adoptado). Ahora Thor no mata personas en las películas, solo cosas que no son humanas, les da martillazos a los anunakis, a los reptilianos, a quien sea que no sea un humano, porque claro: es para que lo vean los niños, y los niños no deben saber esas cosas malignas, como que existe la agresividad, la violencia o los genitales, ¡no, por favor, nada de genitales! ¡Que no sepan lo que son!

Y así nos va.

La derrota moral del waltdisnismo

Lo peor es que todo lo fagocita WD, no solo a los superhéroes, a Star Wars, si algo vende: WD lo compra, lo emascula, lo tamiza en su máquina Toy Story, y lo deja suelto diciendo: mirad, mirad, esto es la repolla, y todos van y repiten como babeantes imbéciles: esto… ser… la repolla.

Pero lo peor lo dejo para el último párrafo. Aunque pienses que sí, que no soy un exagerado, que existe ese ente pernicioso, que les han robado los genitales a los niños, aunque creas que mis palabras son VERDAD; no vas a hacer nada al respecto. No vas a darte de baja de waltdisneyvisión, o como se llame. No hay otra alternativa, ¿qué vas a hacer, leerles a tus hijos Crimen y castigo y explicarles que un hombre puede crear su propia moralidad? ¿Y quién atenderá entonces tu feisbuc, eh?

Somos una derrota.


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Francisco Santos Muñoz Rico
REDACTOR | Website | + posts

Esta entrada tiene 7 comentarios

  1. Vicente

    waltdisneyvisión es lo más abyecto

    (5/5)
    1. FRANKY

      Abyecto y cotidiano por desgracia

      (5/5)
  2. Morrigang

    Somos una preciosa y tristérrima derrota, vencidos por los neologismos y sus poderosos significados igualadores. Uniformados de estulticia, todos y cada uno de nosotros se cree especial como un superhéroe y la heroica excepción es la anteriormente llamada normalidad. A la mierda WD!

    (5/5)
    1. FRANKY

      A la mierda!!!!!

      (5/5)
  3. lauraalvarez308

    Quiero mucho a mis padres por ser pobres, recuerdo cuando estrenaron Supergirl.
    Quiero mucho a mis padres, que consiguieron educar seis hijos sin religión.
    Quiero a mis padres porque nos dejaron crecer sin teléfono, sin TV, algo que explica que a los nueve años quisiera comer Falcon Crest, como las otras niñas.
    Quiero mucho a mis padres por haber creado una familia rara, que sigue siendo rara y que tiene nietos raros, bueno, tenemos una súperprincessbrilliunicornio, no se puede estar en todo.
    Me ha encantado leerte Franki? y entenderte, que tienes una escritura muy culta.
    Aquí dejo mi disertación, que quiero mucho a mis padres ya lo dije ¿no? 🙈

    (5/5)
    1. Rashan

      Yo también me siento muy identificado con lo que escribe Franky, al final somos friquis todos. Mis padres me leían todas las noches, y no fue hasta que yo ya era un adolescente que compraron un televisor para la salita, que al final casi nunca encendíamos, y eso que todo el mundo hablaba de los programas del día anterior. Yo recuerdo estar esperando ansioso el capítulo de la noche... y ahora aquí estoy, con amigos raros que solo conozco por internet, jaja

      (5/5)
  4. Daniel Aragonés

    No tengo por menos que quitarme el sombrero. El dogma WD es un cáncer que se extiende hacia algo que debería estar prohibido, la dogmatización convertida en monopolio.

    (5/5)

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