«Un buen relato empieza con un buen título.»
Guy De Maupassant

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Norberto Nutrias y el mercado.

Texto finalista del II Reto Libélulas Negras de relato corto.

Autor: Hernán Fariñas Vales

El miedo, un cuento de Valle-Inclán.

El miedo es un cuento clásico del genial autor gallego Ramón María del Valle-Inclán. El terror y el miedo son sentimientos humanos que nos acompañan desde el origen de los tiempos. Lo fantástico y lo sobrenatural están presentes en la literatura de todas las épocas, pero no es hasta comienzos del siglo XIX, con el […]

Cajas

Aurora volvió a tener el mismo absurdo sueño. Se lo dijo a su novio: he vuelto a tener el mismo absurdo sueño. “¿Pero no son todos los sueños absurdos?” La respuesta del hombre que parecía que jamás iba a beber su café, que solo lo miraba humear, también era una repetición; ya era un juego, una cómoda costumbre, esa conversación mañanera sobre “el sueño de la fila”.

Jinete de dragones

Mi hermano mayor siempre me decía que, cuando yo era un mocoso, mi imaginación no tenía límites.

Me subía a la cama, calzado con sus botas de agua y ese pesado casco de su moto que me hacía bailar la cabeza. Me creía un astronauta, admirando el universo. Esa inmensidad perlada de diminutas estrellas que él insistía en ponerles nombres.

¿Qué pasó con aquellos días de creernos girasoles en el campo de los abuelos?

Desarraigo de un saco

Soy un saco.
O me siento como un saco, da igual cómo lo exprese: de un millar de formas puedo decirlo y las mil serán certeras: soy un saco; soy un trapo viejo, manchado de aceite o de sangre, en el arcén de una carretera secundaria; soy la bandera pisoteada de una nación violada

Cicatrices

Dicen que los recuerdos se alojan en nuestra mente, en un resquicio oscuro, casi olvidado, esperando su momento de protagonismo.

Alba despierta en la madrugada, a esa hora en la que ya no eres capaz de conciliar un nuevo sueño.
Movida por un impulso que no sabría explicar, sus manos acarician su vientre.

Tras la luna albar

La noche lo despertó con gritos congelados en el aire. El hombre, ya prácticamente vestido en su cama, agarró la escopeta y bajó las rechinantes escaleras.
Uno protege lo que es suyo, lo defiende de los intrusos. Era un instinto básico de la vida: perdurar y hacerlo con la mayor holgura. Últimamente eso había sido especialmente difícil.

El peligro de pensarte entre líneas.

Una hoja en blanco y mil ideas en la mente. Despierto con la intención de sacar provecho a todo lo que he vivido estos días, plasmándolo en el papel que parece más grande, más vacío.
Música instrumental en mis oídos para dejarlas fluir como tinta de tatuaje sobre una blanca piel. Negro sobre blanco.

Los procesos de supresión del caos (Rotonda).

La evolución de los acontecimientos arrolló a los propios acontecimientos. Las reacciones en cadena, incontrolables, redujeron el statu quo a cenizas.

Una rotonda. Un punto neurálgico de planificación deficiente, logísticamente enquistado desde su inicio. Cronificada al instante, la situación no tardó en desembocar en graves disrupciones.

Abducción

El hombre vestido con severo traje color pizarra y chaleco a juego es cliente habitual. La camarera del restaurante, después de saludarle con una sonrisa, le conduce hacia un acuario donde nadan crustáceos vivos.

El limbo.

Cinco medicamentos de distinta clase esperan su turno en un pastillero junto a un vaso lleno de agua.
Una mesa redonda sobre un vaso cuadrado. ¿O es al contrario?

«Hora del desayuno. ¿O es mi cena?».

Polvo y ruido.

Dicen que comenzar un texto con una gran frase es un acierto asegurado. Carolina piensa que esto solo será un fracaso más que añadir a la lista de fracasos versados que componen su vida.

Cada noche, cuando el silencio abraza sus demonios, estos despiertan...

«Pero, ¿¡Qué ven mis ojos!? ¡¡Tú!! Has tenido los cojones de volver aquí. ¿Sola? Entra, lo pasaremos bien. No me mires así, tú lo quisiste de este modo, ahora no hay vuelta atrás».