Hace un par de meses, cuando Alberto, el tipo que dirige Espiademonios, me propuso que escribiera un artículo sobre mi origen como escritora de terror, me quedé pensando: ¿y qué narices puedo contar?
Después de un verano liada con varios proyectos por fin me he sentado, y echando la vista atrás, en este mes de septiembre se cumple un año de mis comienzos como escritora de este género.
“Siempre he creído que hay algo después de la muerte”
De qué hablamos cuando hablamos de mis orígenes.
Si os soy sincera jamás pensé que fuera escribir algo de terror, aunque en realidad jamás pensé que fuera a escribir.
Cuando era más jovencita no me gustaba leer. Recuerdo a mi hermano devorar todos los libros posibles, de cualquier género, entre los que destacaba los de terror, y cuanto más sangriento, mejor. Siempre salía espantada de su habitación.
Fueron muchos años después, por el 2009, cuando me picó el gusanillo de la lectura. Comencé con lecturas de novela histórica, fantasía, contemporánea y ciencia ficción. Lo leía todo, me encontraba en una situación en la que tenía tiempo suficiente para ello y no le hacía ascos a nada.
Eso sí, los libros de terror, no los tocaba ni con un palo.
La novela negra, la chispa necesaria
No sé muy bien cuándo fue mi primer contacto con la novela negra, pero supongo que desde ese momento partió todo. Comencé a leer cualquier libro que incluyera en su trama no solo misterio, sino todo lo relacionado con la mente humana (lo oscura y retorcida que puede llegar a ser en ocasiones), y si la angustia, el miedo y la injusticia predominan durante la trama, mejor que mejor.
Dolores Redondo fue la primera autora que leí en esta etapa y su Trilogía del Baztán me introdujo a un camino oscuro del que no quise salir: leyendas, magia y una protagonista femenina rodeada de un aura tenebrosa que me fascinó.
Posteriormente leí a María Oruña, y su novela Puerto Escondido me metió en otra trama siniestra y turbia.
La Trilogía de la Ciudad Blanca de Eva García Saénz de Urturi hizo que conociera el papel de la perfilación criminal y, como he mencionado antes, rascar en la oscuridad de nuestra mente, “entender” las barbaridades que el hombre puede hacer y su supuesta justificación.
Esas escritoras son las que más me han influido, pero hay más autores: Carlos Ruíz Zafón con Marina y La sombra del viento; Raymond Carver con Catedral y De qué hablamos cuando hablamos de amor; Agatha Christie y sus historias policíacas o Diane Setterfield con su Cuento número trece.

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Aproximación al terror
La única aproximación que he realizado a lecturas de terror fue de casualidad, ya que estaba metida en un club de lectura en la biblioteca de mi barrio, y quien la organizaba trajo a Edgar Alan Poe y El gato negro. Mentiría si os dijera que estaba tranquila. No. ¡Estaba acojonada! No sabía lo que me iba a encontrar y me sorprendió positivamente.
Pero ahí quedó todo.
“Escribir sobre la muerte es lo que me hace sentir viva”
El comienzo
Las circunstancias de mi vida fueron cambiando y desde el 2018 comencé también a escribir. En ese instante varias personas me motivaron a hacerlo y me centraba en contar historias con cierto misterio, como hice en el 2019 con Aguja, pero sin adentrarme en cuentos de miedo.
Fue el año pasado (2021), tras una sequía de escritura bastante importante donde comencé a darme cuenta que me gustaba rascar en lo tenebroso, en lo oscuro.
Aplicar esa psicología criminal no solo en los vivos, si no también en los muertos.
Contar otras vidas
Quizá suene muy chungo, pero como escritora de terror disfruto dando voz a quienes no la tienen; inventando sus historias; contando su punto de vista.
Y por qué no: destripar las entrañas de muñecas malditas, monstruos del armario, hombres del saco, casas encantadas, amigos invisibles o entes que intentan comunicarse con los vivos, mientras que nosotros vamos a nuestro puñetero rollo.
Siempre he creído que hay algo después de la muerte.
Puede que esté equivocada; seguramente. Pero disfruto enormemente ese proceso. Dando miedo e incluso asustándome en muchas ocasiones. con las barbaridades que escribo.
Catarsis literaria
Recientemente se lo he dicho a varias personas: “escribir sobre la muerte es lo que me hace sentir viva”.
Ser escritora de terror me sirve de catarsis para expulsar demonios, para calmar mis miedos y desahogarme de la realidad que me rodea.
Gracias a eso me han ido sucediendo multitud de cosas buenas, como la de escribir este artículo en este blog, con el que colaboré en el mes de marzo, en su relato putada.
Ni en mis mejores sueños pensé que esto me fuera a suceder.
A día de hoy veo series, películas y leo libros del género. Tengo mucho que aprender y creo que es la mejor manera de hacerlo. Esto es un camino de fondo en el que el aprendizaje forma parte de él.
Espero y deseo que a quienes lean mis relatos, y futuros proyectos, les sigan aterrando las historias que escribo, y me sigan acompañando en este increíble recorrido como escritora de terror.
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