Nacho Vegas, un artista único.

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La primera vez que escuché hablar de Nacho Vegas fue en su etapa en Manta Ray, grupo en el que tocaba la guitarra y del que fue miembro fundador. Era mediados de los 90, una década donde surgirían varias corrientes renovadoras del rock y del pop como el indi o el post-rock del que algunos de mis amigos eran verdaderos fanáticos.

Siempre he sido partidario de no cerrarme a ningún estilo artístico. Claro que uno tiene siempre sus preferencias, pero en la variedad está el gusto. Así que ahí estábamos, pasando las tardes escuchando una música que, para ser totalmente sincero, no me decía gran cosa. No terminaba de encontrarle el punto, aunque si me parecía que Manta Ray era algo totalmente novedoso para lo que había escuchado hasta ese momento.

Luego vino una época de cambios en nuestras vidas, cada cuál tomó su camino y yo empecé a escuchar otros estilos musicales. Fue una época convulsa: los últimos años de instituto, la universidad, nuevos ambientes, el primer trabajo… El caso es que perdí del todo la pista tanto de alguno de aquellos amigos como de la carrera de Nacho Vegas.

NUEVOS TIEMPOS

Pasado un buen puñado de años, encontraba interesante lo que estaba haciendo Bunbury con su carrera en solitario. Sus primeros discos en solitario, especialmente Pequeño y Flamingos, me parecían excelentes. A partir de ahí la dirección que tomó su carrera no me ha gustando tanto, pero esos dos discos los compré y los escuché hasta la saciedad.

Cuando en 2006 se publicó el Tiempo de las Cerezas, un disco doble compuesto a medias entre Enrique Bunbury y Nacho Vegas, decidí darle una oportunidad. Fue un acierto absoluto. Apenas recordaba a Vegas, yo quería escuchar a Bunbury, pero a medida que iba profundizando en el disco, las canciones del asturiano me iban calando de una forma especial.

Nacho Vegas (Foto: Sergio González)
Nacho Vegas (Foto: Sergio González)

La música de Nacho Vegas fue para mi todo un descubrimiento. Lo que me tenía fascinado no era el estilo de sus canciones, demasiado pausado para mi gusto en aquel momento. También me resultaban extrañas las influencias folk o country de algunas canciones. Pero esas letras…

Es fácil darse cuenta que Nacho es un artista con una capacidad poco común para contar historias sin recorrer los senderos ya trazados y tantas veces transitados, abriéndose camino a nuevos espacios. En sus letras poéticas, intimistas y sinceras, hay espacio para relatos irónicos (ennocasiones muy cínicos) sobre las relaciones humanas, contado todo sin tapujos ni medias tintas, pero desde una sensibilidad extraordinaria.

La manera de cantar (casi susurrar en ocasiones), su aspecto frágil y su timidez le hicieron ganarse la etiqueta de artista maldito, un calificativo del que siempre ha tratado de desmarcarse. Sus canciones, de gran carga emocional, hablan de sangre, de miedo a la muerte y terror y perplejidad ante la vida, de drogas o de amor.

Por la indudable capacidad lírica de sus canciones, hay quien considera a Vegas un digno sucesor de Bob Dylan y lo cierto es que el artista americano es uno de sus referentes.

Las letras de Nacho Vegas

Os dejo algunos extractos de sus letras para que juzguéis por vosotros mismos si la afirmación es exagerada, pero para mi ni artista maldito ni sucesor de Dylan, Nacho Vegas es un artista único.

Maldición

Ezequiel contempla el agua
con un rictus de horror.
En su rostro encuentra
el rostro de la maldición.
Llega al fondo de sus ojos,
donde ya no hay luz.
Puede ver su alma
y continúa más al fondo aún.
Toma conciencia del mal
y su grito suena igual
que el de un hombre roto
que descubre dentro al animal.

Secretos y mentiras.

Hace mucho tiempo
que ya hace mucho tiempo
de cualquier cosa en mi vida,
mi vida malherida,
alejaos que ahora envejezco….

Gente nace y gente muere cada día
los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras
y después nos lamentamos
que viva el ser humano,
la gente grita “hey,hey…!”

Seronda

Ya no sé si merecerá la pena
Partir hacia otro lugar.
Ya no sé si con esta lluvia eterna
No me habré acostumbrado a la humedad.
Yo que creí ser amable con la luna,
Encontré su palidez allí en mi hogar
(En mi propio hogar).
Ya no sé si esta vez
Todo está dentro de mí
Y ya no puedo escapar.


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Alberto de Prado
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