Libros friquis: El Zahorí, de Sonia Altable/Morrigang (Y otras reflexiones de las profundidades)
Los friquis primigenios
¡Ay! Todo se desvirtúa. Hoy día la palabra friqui (escríbala cada cual como quiera) está más que desvirtuada; de hecho esto de que se desvirtúen los términos y las esencias viene, estoy seguro, de ELLOS, ya sabéis quiénes son ELLOS, que por algo lo pongo en mayúsculas, no me hagáis seguir, locos, por ese camino, dejémoslo…
Yo, en mi particular visión y, digamos, compendio histórico privado (cada persona tiene el suyo al cabo), registro la palabra por primera vez, freaky o freak, en referencia a esos engendros que los Barnum y compañía paseaban por ciudades y pueblos, la sirena de Fidji, por ejemplo, mujeres barbudas, enanos, niños viejos, hombres lobo, cabras bicéfalas y estas cosas; lo que vemos, a grandes rasgos y magníficamente relatado, en la película La parada de los monstruos (Freaks, de 1932). Esos eran los friquis primigenios.
El auge de los friquis
Pero todavía, y recuérdese que hablo de mi historia, de mis registros personales, no de lo que encontréis en google, malhadados… todavía, decía, encuentro la palabra, ya desligada de los monstruos propiamente dichos, de lo teratológico, el 27 de junio de 1966 con la salida del primer disco de Zappa y los Mothers of invention: Freaks out!, en el que, figurada y realmente, soltaron a los monstruos.
Estos eran los herederos de la palabra, los friquis, los locos, los weirdos, raros, gente con gustos poco comunes y aficiones extrañas, que no iban al estadio los sábados por la tarde a ver el partido y mirar los culos de las animadoras; hacían música, teatro, y sí: jugaban a Dragones y Mazmorras, como en Stranger Things (en seguida vuelvo sobre esta serie); además eran feos, tenían bigotes, barbas, melenas, y vestían de manera estrafalaria.
Lo dicho: monstruos, la otredad con patas, que se alargaría en el tiempo (esto sucedía en el ámbito geográfico de California) hasta engarzar, el 16 de agosto de 1985, con el disco de Red Hot Chilli Peppers Freaky Styley. Más o menos. Y vuelvo a recordar que hablo de mi libro particular de historia, eh.
Frank Zappa era un acérrimo amante de las películas de serie B, de las de monstruos, como lo es, por ejemplo, Stephen King (al que nombro por ser súper ventas). La criatura de la laguna negra y este tipo de historias pulp llevadas a la pantalla, o como excelso ejemplo: Dark Star, la primera peli de Carpenter.
¿Veis? el mundo friqui cada vez se hacía más grande, crecía de manera exponencial e inversa a la Nada de Michael Ende. Cada vez, podía parecer, había más friquis, y menos “personas normales”. Al fin y al cabo solo puede haber un rey y una reina del baile, solo un capitán del equipo y solo una jefa de las animadoras; pero todos pueden apuntarse al club de ajedrez, no hay problema con eso.
Sé que voy deslavazado, lo siento, estoy subido en una mesa en un bar medio vacío, despotricando y dando mi discurso de borracho, no os vayáis todavía, cabrones, y traedme otra birra.
Los friquis de Stranger Things
Stranger Things, decía. O la celebración del friquismo. Pero ¿debemos seguir llamándolo friquismo? Estamos en un punto en que todo se acepta, o casi, en según qué ámbitos. Ya no hay friquis, lo siento: son demasiados, y ahora incluso el capitán del equipo y rey del baile es un excéntrico… La publicidad usa la llamada a los marginales buscando millones de ventas, ¿qué ha pasado aquí? Han sido ELLOS: la Compañía Eléctrica de Hawkins.
Pero es que debería volver a retrotraerme a los 60 y los 70: mataron a Lennon, a Hendrix, y a otros cuantos que hablaban directamente a los friquis, les decían: no vayáis a la guerra. Y vieron (ELLOS) que era mejor que matarlos (no por problemas de moralidad, matar no tiene importancia), producirlos; se dijeron “creemos un nuevo John Lennon, y controlemos a esos malditos outcast desde dentro”.
Y es lo que se hizo precisamente, por eso nos venden la historia de los friquis y el rollo de la empatía: todos somos esos niños raros; aunque ya lo hizo King en It, ¿verdad? con el club de los perdedores. Lo gracioso es que incluso los que no son friquis, los “normales”, con sus estaturas y pesos normales, con su ropa normal, etc. incluso ellos: al ver Stranger Things se sienten identificados con los protagonistas, ya sea con el poli borracho depresivo, con la madre loca, o con los cuatro niños mutantes y otros.
ficción vs realidad
Yo sé de buena tinta que fuera de la serie, en “la realidad”, la mayor parte de los fans repudiarían a los niños, al borracho y a la loca. Sé que es muy bonito leer una frase en feisbuc sobre que todos somos iguales, pero aquí, fuera de ese mundo falso en que creemos y queremos vivir, un indigente en tu puerta provoca tres reacciones únicas: asco, miedo, odio. Le das una paliza, llamas a la policía para que se la den ellos o lo evitas como al demogorgon; y así ad náuseam con los niños repelentes del club de ciencia, con la loca del pueblo, con tu hijo que solo quiere jugar a la consola, ¡en vez de al futbol! ¡Ay!
Sé que estoy desvariando, repito, y despotricando, pero no anda mi discurso falto de verdad. Otra birra, venga, y ya me bajo de la mesa.
El Zahorí de Morrigang
Me remito al título que he puesto al artículo, El Zahorí, de Morrigang: es un producto para friquis, es carne de fanzine, es, de hecho, sospecho, casi inconseguible: a mí me lo regaló ella misma. Pero es que los monstruitos no consumimos Stranger Things y nos quedamos tan panchos, nos obsesionamos con la tela de araña que todo lo une, y por ejemplo, y partiendo de nuevo de esta serie, investigamos los orígenes. En Stranger Things hay referencias claras, a King, a La Cosa de Carpenrter, a Poltergeist…
Pero también encontramos referencias veladas a otras cositas, por ejemplo del mismo, e inacabable King, a su relato (también hecho película) The body (no me acuerdo del nombre en español, lo siento, y no lo puedo comprobar, que estoy borracho disertando subido en una mesa); y ese aire a Twin Peaks, ay, que es innegable.
Pues bien: todo esto lo investiga el loco egregio, como un arqueólogo, y la película de Carpenter, La Cosa, le lleva, a su vez, al relato original escrito, etc, etc, ¿y al final dónde se mete este loco egregio? En el pulp, en la serie B, de allí venía todo.
Pues bien, y perdóneseme de nuevo el digresionismo: la autora del Zahorí es una de estas locas egregias, una friqui de tomo y lomo: en esta novelita que nos presenta en forma de revista ve uno su amor por las historias leídas, por el weird, el pulp, por Lovecraft, al que usa y del que usa sus creaciones (Armitage, Chuthlu…), pero fabricando un producto suyo, y perfectamente coherente. En fin: una lectura divertida, entretenida, y con todos los ingredientes que gustamos los locos egregios.
Ya me bajo de la mesa, venga.
Más de Sonia R. Altable
Si queréis conseguir un ejemplar de El Zahorí y seguir las andanzas, aventuras y desventuras de Morrigang aquí tenéis sus vías de contacto:
- Twitter: @Xenomorfa2
- Blog: lasfloresdelcactus.blogspot.com
- Ivoox: Little Lodge Cabin
- Youtube: Altableza
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Muchas gracias por todas las referencias, bien traídas e hiladas convenientemente con los frikis de verdad, gente rara de corazón que es capaz de emocionarse con casi cualquier cosa.
AMOR,
Sonia/Morrigang
P.D.: Escribid muchos más post como este.
Tus órdenes son deseos!!!!
Todavía no soy yo tan friki, pero desde que te conozco estoy mutando, Franky.
Cuando vaya otra vez a Almería me lo pasas, jeje