Aunque en este blog utilizamos la lengua castellana como herramienta para la difusión cultural, queremos hacer hoy un recorrido por las diferentes lenguas de la Península Ibérica.
Crisol de culturas, a lo largo de los siglos diferentes pueblos se asentaron en estas tierras dejando su impronta y un legado que, evidentemente, también ha influido en nuestra manera de pensar, de hablar e incluso de sentir. Las diferentes lenguas (también las de la península), incluso las más minoritarias, son un tesoro de incalculable valor cultural, una manera propia de concebir y acercase al mundo que nos rodea y de interactuar con él. Todas merecen reconocimiento y difusión.
Con Laura Herrero Román, graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y creadora del blog: mitoslinguisticos.blogspot.com, repasamos la evolución de las diferentes lenguas de la Península Ibérica y su más destacada producción literaria que, lejos de ideas preconcebidas, tiene un largo recorrido histórico.
Atentos que empezamos.
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Las lenguas de la Península Ibérica
I. Introducción
Para hablar de las lenguas de la Península Ibérica1, hemos de hacer una diferenciación entre las lenguas derivadas del latín y el euskera, lengua muy distinta a las romances y cuya evolución sería necesario tratar por separado. Dentro de las lenguas romances, tenemos una de la familia galorromance2 hablada en el Valle de Arán, en Cataluña: el aranés, que es un dialecto del gascón, el cual es, a su vez, un dialecto del occitano, también conocido este como lenga d’òc, término que la distingue de la langue d’oïl, familia de lenguas de la que proviene el francés actual. El resto de lenguas peninsulares son iberorromances y tuvieron un desarrollo paralelo, aunque haremos algunas matizaciones a lo largo de estas líneas. Nos referimos al aragonés, el asturianoleonés, el catalán y el gallego3. Excluiré de este artículo el tamazigh, lengua de las Islas Canarias, y otras lenguas que tuvieron gran importancia en la Edad Media peninsular: el hebreo y el árabe (de esta lengua solo mencionaremos su influencia en las lenguas iberorromances).
Antes de nada, debemos tener en cuenta que las lenguas romances no derivan del latín literario clásico, sino del latín vulgar del siglo V. El término “vulgar” no tiene, en lingüística, las connotaciones negativas que se le suelen dar, sino que se trata de la lengua hablada por la gente en un contexto familiar. Los propios autores clásicos como Cicerón, Ovidio o Tito Livio no hablaban con su familia y amigos como escribían, igual que ilustres poetas como Ausiàs March o Luis de Góngora tampoco utilizaban el registro literario culto en la calle o en su casa. Esto se debe a que la heterogeneidad es una cualidad inherente a todas las lenguas , y en todas ellas hay variedad geográfica o dialectal, variedad diastrática (de estratos sociales), variedad diafásica (de estilos y registros: el literario y el vulgar que hemos mencionado, por ejemplo) y variedad diacrónica (la evolución que tienen las lenguas a lo largo del tiempo).
Además de esto, hay otro factor que influyó en la aparición de los distintos grupos de lenguas romances: las lenguas de sustrato, de superestrato y de adstrato. En el caso de la Península Ibérica, las lenguas que sirvieron de sustrato a las lenguas romances son las de los pueblos prerromanos, incluido el euskera; y las que sirvieron de superestrato son las lenguas germánicas y el árabe, la cual también influyó como adstrato en las lenguas romances del norte peninsular.
1 Me gustaría aclarar que este artículo puede tener ciertas limitaciones, ya que mi conocimiento de la filología románica es mucho más escaso que el de la filología hispánica, así que lamento no poder darle un enfoque más global.
2 Utilizo esta clasificación con un objetivo didáctico, pero no está clara.
3 Si bien es cierto que gallego y portugués, en la Edad Media, eran la misma lengua, actualmente existen dos teorías: una que considera que ya no se trata de la misma lengua, pues habrían evolucionado de manera separada, y la llamada teoría reintegracionista, que defiende la unidad de ambas lenguas o variedades. Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, partimos de la dificultad de la propia definición de “lengua”, que en nada difiere del término “dialecto”.
II. Los pueblos prerromanos. Las lenguas de sustrato:
Antes de la romanización de la Península Ibérica, que se inicia en el 218 a.C. con el desembarco en Ampurias, hubo otros pueblos que la habitaron y que han dejado una huella lingüística en mayor o menor grado. Por un lado, estaban los pueblos colonizadores: fenicios, cartagineses y griegos. La lengua púnica de fenicios y cartagineses, que pertenecía a la familia semítica, nos deja algunos topónimos. Veamos unos pocos ejemplos: Cádiz < Gádir ‘recinto amurallado’; Cartagena < Carthago Nova (lat.) < Qart Hadast ‘nueva ciudad’; Ibiza < Ebusus ‘isla o tierra de pinos’ o ‘isla del dios Bes’; el propio nombre de España deriva, a través del topónimo que le dieron los romanos, Hispania, de la raíz púnica SPN, que significa ‘el norte’. También perduran hasta nuestros días topónimos de origen griego: Ampurias < Emporion ‘mercado’; Miño < Minion potamós1; Duero < Dourios potamós; Ebro < Iber potamós; etc. El resto de palabras de origen griego que tenemos en las lenguas peninsulares nos llegan o bien a través del latín, o bien a través de neologismos introducidos más tarde, especialmente en un léxico especializado (apoplejía, oftalmología, querofobia, etc.).
1 Potamós significa `río’.
Los pueblos colonizadores convivieron con otros pueblos que habitaban la Península Ibérica. Había tres pueblos no indoeuropeos: el vasco, cuya extensión era mayor que la actual, el ibero y el tartésico. Durante un tiempo, tuvo mucho peso la hipótesis del vasco-iberismo, que afirmaba que estas dos lenguas eran una sola, ya que entre ellas hay importantes similitudes, sin embargo, investigaciones posteriores la descartaron. De la lengua ibera y tartésica no sabemos mucho. En cambio, El euskera es la única lengua que sobrevive a la romanización y, además, tendrá una importante influencia como lengua de sustrato. Menéndez Pidal atribuía al sustrato vasco la evolución fonética en castellano de la F- inicial latina, que primero se aspira y después desaparece, al contrario que el resto de lenguas iberorromances, que, por lo general, mantienen este sonido. Sin embargo, algunos filólogos encuentran objeciones a tal origen. También se ha propuesto que la influencia del vasco explica la existencia de cinco vocales y la diptongación que se da en aragonés, asturianoleonés y castellano de las vocales /e/ y /o/ breves tónicas latinas, pero tampoco se puede afirmar con rotundidad. Hay otros rasgos fonéticos que se deben a la influencia del euskera, pero esta se da también en el léxico. Al euskera debemos palabras como angula, aquelarre, bacalao, cococha, chabola, charro, gabarra, guiri, órdago, zamarra, zurrón… y algunos topónimos y antropónimos: Aguinaga; Amaya; Celaya; Elvira; Javier; Urbel < ur ‘agua’, beltz ‘negro’; García < hartz ‘oso’; Ochoa < otxo ‘lobo’; Vela, Velasco, Blasco < vela ‘cuervo’; Anaya < anaia ‘hermano’, etc. En el apartado IV hablaremos con más detalle del euskera.
Otras lenguas que sirven de sustrato son las de los pueblos indoeuropeos. Los ambrones, ilirios y ligures son pueblos preceltas que llegan a la Península por el 1500 a.C. y que apenas dejan huella. Serán los celtas, que vienen en el s. VIII a.C. los que sí que tengan una influencia lingüística mayor. A las lenguas de estos pueblos debemos el fenómeno de la lenición celta, que se da en toda la Romania occidental y que consiste en un debilitamiento consonántico.
Este debilitamiento hace que las consonantes geminadas latinas se simplifiquen (copa < cuppa) y que sonoricen las oclusivas sordas intervocálicas latinas /p/, /t/, /k/ (bodega < aphoteca; cuba < cupa; delgado < delicatus). Sin embargo, en aragonés podemos encontrar ejemplos en los que /p/, /t/, /k/ se conservan (ripa, foratar, lacuna). En el siguiente cuadro, podemos ver más ejemplos:
latín | APICULAM | CATENAM | ACUCULAM |
asturianoleonés | abeya | cadena | aguya |
castellano | abeja | cadena | aguja |
gallego | abella | cadea | agulla |
portugués | abelha | cadeia | agulha |
catalán | abella | cadena | agulla |
aragonés | abella | cadena | agulla |
Otro fenómeno de influencia celta es la evolución del grupo /-kt-/ latino, que en algunas lenguas pasa a /-it-/, como en el gallego y en el portugués noite < noctem, el catalán nit y el aragonés nuei, y en otras hay un paso más, pues /-it-/ palataliza en /ʧ/ (nueche, nuoche en asturianoleonés; noche en castellano. Por otro lado, los grupos iniciales latinos /pl-/, /fl-/ y /kl-/ también palatalizan en algunas lenguas iberorromances con distintas soluciones: /ʎ/ en castellano (llorar, llamar) y /ʧ/ en gallego y portugués (chorar, chamar); en asturianoleonés encontramos ambas soluciones(chorar, churar, llorar, llamar, chamar…). En catalán y aragonés los grupos latinos /pl-/, /fl-/ y /kl-/ se conservan (clamar, plorar, flama…)1.
Aparte de la influencia fonética, el sustrato celta nos ha dejado algunas palabras, tanto apelativas como onomásticas. Algunos apelativos de origen celta son berrueco, légamo, abedul, aliso, álamo, beleño, garza puerco, toro, baranda, cantiga, tarugo, virar colmena, huelga ‘terrero fértil’… Por otro lado, los romanos tomaron palabras celtas que nos han llegado a través del latín: cerveza, camisa, becada, carpintero, legua, losa, pico, vera… En cuanto a los topónimos, tenemos los que derivan de briga ‘fortificación’: Conimbriga (Coimba), Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Brigantium (Betanzos), Sanabria; de sego ‘victoria’: Segovia, Segontia (Sigüenza), *Segobriga (Segorbe), etc.
III. La romanización y el nacimiento de las lenguas romances peninsulares:
Como habíamos mencionado, los romanos llegan a Ampurias en el 218 a.C. e inician la conquista de la Península Ibérica, que transcurre en varias etapas. La zona más difícil de romanizar es la de los territorios habitados por vascos, cántabros y astures. De hecho, no lograrán acabar con el euskera, lengua que, junto con su cultura, ha sobrevivido a varios imperios. Sin embargo, los siglos de sometimiento al Imperio romano harán que la mayoría de la población acabe usando en su vida cotidiana el latín. No se trata del latín culto literario que conocemos a través de obras como La Guerra de las Galias de Julio César o Las metamorfosis de Ovidio, sino que, tal como advertíamos en la introducción, se trata del latín vulgar, término que, para los lingüistas, nada tiene de despectivo.
1 En realidad, en aragonés, e imagino que en catalán también, hay más variedades, pero estoy mostrando un panorama general para que el lector se haga una idea.
Cuando, en el años 476, cae el Imperio romano de Occidente, el latín ha variado mucho. El sistema vocálico, por ejemplo, ya ha iniciado su evolución y en lugar de tener vocales largas y breves, ahora van a ser abiertas y cerradas, es decir, se sustituye la cantidad por el timbre. La -m final del acusativo se ha perdido. Los hiatos tienden a diptongar1 (vinea > vinia ‘viña’), etc. El latín de cada provincia del Imperio también tendrá sus particularidades, debido, en parte, a las ya mencionadas lenguas de sustrato.
No podemos conocer el momento exacto en el que nacen las distintas lenguas romances. Sabemos que esto no ocurre en un abrir y cerrar de ojos, sino que requiere un proceso lento, pero sí que tenemos un hito que nos sirve de referencia. Se trata del Concilio de Tours (813), en el que se recomienda que en las homilías se utilice la lengua vulgar, porque la gente ya no entendía el latín culto, que es el que se seguía usando en determinados contextos.
Los primeros testimonios escritos en romance en la Península Ibérica datan de los siglos X-XI. El más antiguo que conocemos es la Nodicia de kesos, un inventario escrito por el despensero del convento de San Justo y Pastor, en La Rozuela (León) en lengua leonesa.

1 Una muestra muy interesante de estos cambios la tenemos en el Appendix Probi, obra de carácter prescriptivo que recomienda los usos que se estaban perdiendo frente a las variantes que considera erróneas.
Los primeros testimonios no solían estar escritos plenamente en romance. En el caso de los documentos notariales, se introducían algunas palabras romances entre las fórmulas latinas. Las glosas, por otro lado, son comentarios que se hacen a textos latinos. Las más conocidas son las Glosas Emilianenses, de San Millán de la Cogolla (La Rioja), las cuales están escritas en romance riojano y contienen anotaciones en euskera.
En la Alta Edad Media, se hablaban cinco lenguas romances en el norte y una en el sur. Las del norte eran el gallegoportugués1, el asturianoleonés, el castellano, el navarroaragonés, que tiene una variedad riojana, y el catalán2. En el sur teníamos el mozárabe. Las lenguas no romances que se hablaban en la época eran el euskera, el árabe y el hebreo. El latín, por su parte, se utilizaba en contextos cultos y oficiales e incluso se aprendía en las escuelas, ya que, desde ciertos sectores se consideraba de manera despectiva a las distintas lenguas romances, a las que se calificaba de rusticus sermo. En el apartado V hablaremos un poco más de las lenguas iberorromances.
IV. El Euskera
El euskera es una lengua no indoeuropea para lo que no se ha encontrado parentesco, aunque existen diversas hipótesis acerca de su origen y su relación con otras lenguas. Al tratarse de una lengua y una cultura de carácter principalmente oral3 desde sus inicios hasta el s. XVI aproximadamente, los testimonios escritos no sirven para que nos hagamos una idea de su origen. Algunos lingüistas, como Joseba Lakarra, hablan de un preprotoeuskera que se habría hablado antes de las llegada de los celtas. Koldo Mitxelena, por su parte, hizo una reconstrucción del protoeuskera, que iría del s. V a.C. hasta el s I d.C. Del euskera arcaico (ss. I-III d.C.) ya tenemos testimonios escritos procedentes de Aquitania, territorio perteneciente a Imperio romano en esa época.
1 Portugal se independiza del Reino de León en 1143, pero hemos de tener en cuenta que la historia política no es similar a la evolución lingüística.
2 No incluyo el aranés (variedad del occitano), porque no sé si en ese momento ya se hablaba en el Valle de Arán, así que me ciño a lo que aparece en los manuales de Historia de la Lengua, que, además, muchos de ellos parten de un sesgo nacionalista español y me dificultan la tarea.
3 Uno de los mitos lingüísticos más extendidos es que las culturas de carácter oral son inferiores a las que tienen manifestaciones escritas, y esto no tiene ninguna evidencia. La cultura y la literatura de carácter oral son tan valiosas como lo son las de carácter escrito.
Sabemos que el área en la que se hablaba euskera era mucho más extensa que en la actualidad. El siguiente mapa nos muestra cómo esta se va reduciendo con el paso de los siglos:

Aunque el euskera prácticamente desapareció de Aquitania, en la Península Ibérica sobrevivió a la romanización y, en la Alta Edad Media, se expandió hacia La Rioja y el norte de Castilla. Sin embargo, a partir de los siglos XII-XIII el euskara comenzó a retroceder paulatinamente, debido fundamentalmente al influjo del castellano y a la utilización de este como única lengua de administración y de cultura.1
Este retroceso va a continuar a lo largo de los siglos a causa de las diferentes circunstancias políticas, pero, como veremos en el siguiente apartado, no será la única lengua que retroceda, ya que el castellano se fue imponiendo como lengua administrativa, en la enseñanza, etc. y fue cargándose de un prestigio social a medida que otras lenguas adquirían una fuerte estigmatización.
1 Barreña, Andoni (2009). “El euskara, la lengua de los vascos”.
Esta situación de diglosia en Euskal Herria, tanto en la zona del norte, bajo dominio francés, como la del sur, perteneciente al Estado español, llegó a poner la vitalidad del euskera en grave peligro y, a pesar del movimiento surgido en el s. XIX a favor del euskera y de la cultura vasca, la represión durante la dictadura franquista fue un duro golpe para esta lengua. Tal como explica Andoni Barreña en el citado artículo, solo en la fase final del franquismo se permitió un uso familiar del euskera, lo cual no es suficiente para la recuperación de una lengua en peligro.
Afortunadamente, y gracias a un gran desempeño, se logró la revitalización del euskera1, que, aunque sigue recibiendo ataques por parte del nacionalismo lingüístico español2 y continúa siendo una lengua minorizada, al menos goza de carácter oficial en el País Vasco español. No así en Francia, donde no recibe ningún tipo de protección.
La literatura vasca es, hasta finales de la Edad Media, primordialmente oral y popular y de una gran riqueza. La enciclopedia online Wikipedia3, que a pesar de sus limitaciones nos ofrece información básica, proporciona un listado de los distintos géneros de la literatura vasca de tradición oral basándose en las investigaciones de Manuel de Lekuona. Este lingüista dividía esta literatura en cuatro categorías:
- La poesía, que incluye los cantares antiguos épico-familiares, los bertso berriak, kopla zaharrak, apaingarri gisako piezak y canciones (abestiak/kantak).
- El teatro: pastorales, mascaradas, tragicomedias carnavalescas, paradas chariváricas, farsas chariváricas, etc.
- Narrativa: eusko folklore y narraciones de entretenimiento.
- Proverbios y refranes.
Se tiene constancia de la existencia de cantares épicos. El primero de ellos, del que solo se conserva un fragmento, es el Cantar de la batalla de Beotibar, del primer tercio del s. XIV.
En cuanto a la literatura escrita, hay tanto obras que contienen partes en euskera como libros escritos íntegramente en esta lengua. El primero de este grupo es una recopilación de poemas que lleva por título Linguae Vasconum Primitiae. Su autor es Bernat Dechepare y fue impreso en Burdeos en 1545. En el s. XVII tuvo relevancia la Escuela de Sara, a la que pertenecían autores como Axular, que escribió Gero, bi partetan partitua eta berezia. Para el s. XVIII podemos mencionar a Sebastián Mendiburu, autor de varias obras de carácter religioso y que recibió el sobrenombre de “Euskal Zizeron”, en referencia a Cicerón. En el s. XIX, cuando tiene lugar un importante intento de recuperación de la lengua y la cultura vasca, es esencial la figura de Sabino Arana. Ya en el s. XX, tenemos a poetas como Xabier de Lizardi y Gabriel Aresti y a novelistas como Domingo Aguirre.
1 https://www.garabide.eus/espanol/videos/documental-la-experiencia-vasca-i-claves-para-la-recuperacion-linguistica-e-identitaria
2 Juan Carlos Moreno Cabrera ha publicado libros y artículos en los que explica con detalle qué es esta ideología y cuáles son sus repercusiones.
3 https://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_en_euskera
V. Las lenguas romances de la Península Ibérica.
En los s. X y XI se hablaban cinco lenguas romances en el norte (gallegoportugués, leonés, castellano, aragonés y catalán) y una en Al-Ándalus, el mozárabe.
Sería muy largo explicar la evolución fonética, gramatical y léxica que se dio desde el latín a las distintas lenguas iberorromances, aparte de que mi conocimiento ahora mismo no llega tan lejos, así que mencionaremos algunas diferencias entre ellas que han llegado hasta nuestros días.
Ya hemos mencionado que en el latín del s. V se había iniciado un cambio vocálico importante, pues la cantidad vocálica es sustituida por el timbre. Asimismo, las vocales iniciales, medias y finales se van reduciendo. Sin embargo, en gallegoportugués y catalán se mantendrán más fonemas vocálicos que en leonés, castellano y aragonés, en el que solo tendremos cinco.


Otro fenómeno interesante es el de la diptongación. Por un lado, nos encontramos con diptongos decrecientes en gallegoportugués y en parte del asturianoleonés occidental: cousa, primeiro frente a cosa y primero en el resto del asturianoleonés y las demás lenguas iberorromances. Por otro lado, /e/ y /o/ breves tónicas latinas diptongan en asturianoleonés, castellano y aragonés, mientras que se mantienen en catalán y gallegoportugués:
latín | PETRAM | ROTA |
gallego | pedra | roda |
portugués | pedra | roda |
asturianoleonés | piedra | rueda |
castellano | piedra | rueda |
aragonés | piedra | rueda |
catalán | pedra | roda |
Hay algunas diferencias en la diptongación de /e/ y /o/ breves tónicas latinas, pues mientras que en asturianoleonés y aragonés estas diptongan en /ie/, /ia/ y en /ua/, /ue/, /uo/ (fuogo, buano, bian, diaz), en castellano solo encontraremos /ie/ y /ue/ y, además, en algunos contextos no se llegó a dar la diptongación, como en hoy, noche y ocho. En asturianoleonés, en cambio, tenemos güey, nueche, nuoche, etc. Dentro de este fenómeno, lo más característico del leonés son quizás la conjunción copulativa ie, ia, ye, ya < ET y las formas verbales del verbo ser ye, yes, yera, yara y el resto de variantes. También es muy abundante en el asturianoleonés el cierre vocálico de /o/ a /u/ en las vocales finales: perru, llobu…
Dentro del consonantismo, vemos que /F-/ inicial latina se conserva en todas las lenguas, excepto en castellano, en la que primero se aspira y después desaparece: /F-/ > /h-/ > /Ø/. Así, tenemos hormiga en castellano, frente a formiga en las demás lenguas. También en mozárabe, lengua que acabó perdiéndose, se mantenía la /F-/.
El latín tenía consonantes dobles, como /LL/ y /NN/, que en gallegoportugués se redujeron a /l/ y /n/ y en las demás lenguas iberorromances palatalizaron, dando lugar los fonemas palatales /ʎ/ y /ɲ/. Este último se escribirá con grafías distintas en cada lengua. La famosa “ñ” surgió de la imprenta, ya que, en un principio, el fonema /ɲ/ se representaba en castellano con una sola “n” o con dos “nn”. Para abreviar, a la “n” se le empezó a poner una tilde y, finalmente, quedó fijada esta grafía “ñ” proveniente de una abreviatura.
latín | CABALLUS | ANNUS |
gallego | cabalo | ano |
portugués | cavalo | ano |
asturianoleonés | caballu | añu |
castellano | caballo | año |
aragonés | caballo | año |
catalán | cavall | any |
En asturianoleonés y en catalán, además, también palataliza /L-/ inicial, lo que no ocurre en las otras lenguas. En asturianoleonés, el fenómeno de la palatalización de /L/ no da solo un resultado (llombo, lluna, chobu, tsobu, . Ḷḷaciana..), sin embargo, no me extenderé aquí. En trabajos de Josefina Martínez y de Julio Borrego, podéis informaros sobre esto con más detalle.
latín | lingua |
gallego | lingua |
portugués | língua |
asturianoleonés | llingua |
castellano | lengua |
aragonés | luenga |
catalán | llengua |
Cada lengua de la Península Ibérica tiene distintas variedades con diferentes rasgos. Ninguna lengua es homogénea. Aquí solo he intentado ofrecer un panorama general, mencionando solo algunos rasgos característicos, pero las cosas no son tan sencillas.
Veamos ahora este mapa, que nos ayuda a hacernos una idea de la historia externa de las lenguas:
Durante el periodo conocido como Reconquista, las lenguas del norte se van expandiendo hacia el sur. Sin embargo, llega un momento en el que es el castellano el que adquiere prestigio social y cultural por cuestiones políticas, y las demás lenguas se verán paulatinamente reducidas. Un ejemplo de la estigmatización del leonés lo vemos en el uso que se da en las obras de Juan del Encina o Lucas Fernández, en el que el llamado sayagués servía para caracterizar a los pastores, cuya personalidad se contraponía al refinamiento de los miembros de la corte -castellanohablantes, por supuesto-, que eran los destinatarios de estas piezas.
Lamento no poder ofrecer demasiada información acerca de este proceso de minorización de las lenguas distintas al castellano en la Edad Media, ya que los libros fundamentales, como la Historia de la lengua española de Lapesa, se limitan a afirmar cosas como que el castellano se impuso al resto por sus características especiales, lo cual, como ha expresado en más de una ocasión Juan Carlos Moreno Cabrera, no es cierto. Lo que sabemos es que, con el paso del tiempo, el castellano tendrá un uso preferente en contextos formales, mientras que el resto de lenguas se irán limitando al uso familiar. Y esto no sucede porque las propias características de la lengua castellana la hagan más propicia para la comunicación, sino por razones extralingüísticas. Sin embargo, hemos de hacer aquí una distinción entre los distintos reinos, pues cada uno tiene un desarrollo y una legislación, hasta determinada época, específicos. En el caso de la Corona de Castilla, será el castellano la lengua utilizada por la cancillería, lo que apartará al leonés y el gallego de la escritura: El prestigio adquirido por el cultivo escrito del castellano desde la corte condujo a que a medio o largo plazo desapareciese el empleo escrito del astur-leonés y el gallego.1
En el caso del Reino de Navarra, ya comentamos en el apartado dedicado al euskera que esta lengua se vio reducida a partir de los ss. XII-XIII al utilizarse el castellano como única lengua en la administración y en la cultura. Por su parte, en el Reino de Aragón, la cancillería utilizará tanto el aragonés como el catalán, al menos hasta el s. XV, pues, con los Trastámara, la Corona de Aragón empleará el castellano como lengua de la corte. No obstante, el catalán tenía prestigio cultural, tanto en el norte como en el Reino de Valencia, que pertenecía a la Corona de Aragón, de tal forma que la literatura escrita en esta lengua fue de gran importancia. Una de las obras más conocidas es quizás la novela de caballerías Tirant lo Blanc, del valenciano Joan Martorell, muy leída en su época y con influencia en obras posteriores. Otras obras relevantes de la literatura en catalán en la Edad Media son el Curial e Güelfa, otra novela caballeresca; L’Espill; la poesía de Ausiàs March; y la obra de Ramon Llull, si bien este no escribió solo en catalán, sino que también utilizó el latín.
Ahora bien, desde el s. XVI el catalán comienza a entrar en retroceso y solo comenzará a recuperarse con la llamada Renaixença, movimiento cultural en la que se favorece la producción y la divulgación de literatura en catalán.
Yo diría que hay dos factores que empeoran la situación de las lenguas distintas al castellano. Uno de ellos es la centralización del poder. Cuanta mayor es esta, más aumenta la diglosia, pues es la lengua utilizada por el poder precisamente, la que tiene prioridad en la administración, la cultura, la enseñanza, etc., viéndose las demás lenguas limitadas a un uso familiar, lo cual las pone en peligro.
1 Fernández Ordóñez, Inés. “La lengua de los documentos del rey”.

En este caso, el poder no utiliza la represión violenta. Hay un artículo muy interesante, también de Juan Carlos Moreno Cabrera1, que se refiere a un fenómeno llamado colonialismo lingüístico mental. A través de este proceso, se hace creer a los hablantes de lenguas minorizadas que sus lenguas no son útiles y que es preferible utilizar aquellas lenguas asociadas al progreso social y económico. ¿Habéis oído alguna vez eso de “si quieres encontrar un buen trabajo, tienes que aprender inglés” o “y tú para qué quieres aprender vasco”? Pues bien, estas ideas de que hay lenguas más útiles que otras o que te “abren más puertas” son mitos sin base lingüística y forman parte del colonialismo lingüístico mental, que podríamos decir que en el Estado español se manifiesta en la ideología del nacionalismo lingüístico español, irradiado desde intelectuales, algunos lingüistas (el propio Pidal, Manuel Alvar, etc.) e incluso libros de texto.
El otro factor o método es la represión violenta a través de la legislación, las sanciones, etc. El ejemplo más claro fue la dictadura franquista, durante la cual las lenguas distintas al castellano fueron duramente perseguidas.
A pesar de todo ello, las lenguas y sus culturas siguen sobreviviendo, algunas con serias dificultades, ya que no todas han alcanzado la oficialidad y, cada vez que hay un intento de lograrla, comienzas los ataques por parte del nacionalismo lingüístico español. Es el caso del asturiano. Los insultos a sus hablantes y demás muestras de desprecio son continuas en la prensa y en redes sociales, asociando erróneamente la legítima defensa de la lengua materna, que no debe estar reducida al ámbito familiar, con cuestiones políticas.
1 Moreno Cabrera, Juan Carlos. “Las lenguas locales en el mundo actual: ¿pérdida o destrucción de la diversidad lingüística?”. De Lingua Aragonensi. Revista de la Societat de Lingüística Aragonesa, I., 2005, páginas 49-64.
Afortunadamente, la producción cultural en las distintas lenguas ha llegado hasta hoy. Ya hemos hablado grosso modo de la literatura vasca y la catalana. Podemos mencionar también la desaparecida lengua mozárabe, que nos dio las primeras manifestaciones literarias en romance, recogidas por escrito, de la Península Ibérica: las jarchas, insertadas en poemas cultos árabes, las moaxajas, y procedentes de la cultura oral. La lírica gallegoportuguesa, tan prestigiosa en su momento, vivió su época de máximo esplendor en los siglos XIII y XIV, sin embargo, era primordialmente cantada y solo se empieza a recoger con regularidad en cancioneros a partir del XIV, aunque existen algunos manuscritos anteriores. Es probable que las cantigas de amigo compartan con las jarchas y con otro tipo de composiciones líricas europeas similares un sustrato común y se remontarían a una época bastante antigua. La producción literaria en gallego se reduce bastante hasta el Rexurdimento (s. XIX), en el que nos encontramos figuras imprescindibles como la de Rosalía de Castro.
El aragonés también nos ha dejado importantes obras, como la Razón Feita d’Amor. Un siglo más tarde, Juan Fernández de Heredia compuso la Grant Crónica de los Conquiridores y tradujo al aragonés algunos clásicos grecolatinos. También del s. XIV es el anónimo Poema de Yuçuf, escrito en caracteres aljamiados. Sobre todo a partir del s. XV, la mayoría de escritores aragoneses escribirán sus obras en castellano. Pero, como sucedió en Cataluña y Galicia, desde el s XIX hay una mayor conciencia de la importancia de la lengua y la cultura propias y se da un renacer literario.

Con respecto al leonés1, es fundamental la literatura de tradición oral que llega hasta nuestros días, en parte, gracias a la costumbre del filandón. Pero también encontramos literatura escrita, a pesar del estigma social que adquiere el leonés desde época muy temprana. Por ejemplo, Menéndez Pidal creía que el Libro de Alexandre fue compuesto originalmente en leonés, mientras que Joan Corominas pensaba, por el contrario, que fue un copista leonés el que añadió rasgos de su lengua a un manuscrito castellano. Sea como fuere, el caso es que el Libro de Alexandre contiene abundantes leonesismos. El Debate de Elena y María es un poema del s. XIII escrito en leonés. También Pidal consideraba que el Poema de Alfonso Onceno, escrito por Rodrigo Yáñez en el s. XIV, era un obra esencial de la literatura leonesa. Ya en el s. XIX tenemos La parábola del fíu pródigu, de J. B. Dantín y las Cartas a Gallardo, que es correspondencia enviada por un corresponsal de Babia al escritor Bartolomé José Gallardo. Desde el s. XIX en adelante, además, se empiezan a publicar compilaciones de poemas, cuentos, leyendas, etc. de la tradición oral leonesa.
En cuanto a la situación actual de las lenguas, ya hemos comentado que para algunas de ellas se sigue luchando por obtener un reconocimiento oficial y que nos enfrentamos a una ideología que considera que el castellano es la lengua común y unificadora, mientras que las demás son inútiles o, como mucho, sirven para comunicarse en el ámbito familiar, lo cual no tiene ninguna base lingüística. Sin embargo, a pesar de la situación de diglosia, cada vez más gente joven tiene conciencia de la importancia de preservar sus raíces y, mediante sus actos, eliminan la ruptura generacional que lleva a la desaparición de una lengua. Es necesario, no obstante, continuar divulgando estas cuestiones para combatir la desinformación proveniente de los defensores del nacionalismo lingüístico español y conseguir que nadie se sienta avergonzado por hablar su lengua materna, así como garantizar su derecho a utilizarla en la enseñanza y en otros ámbitos formales.
1 https://mitoslinguisticos.blogspot.com/2020/08/si-existe-literatura-leonesa.html
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Una maravilla, sencilla pero brillante