Un Juego de la Oca cósmico

En este momento estás viendo Un Juego de la Oca cósmico

Es fácil imaginar un dios que después de haber terminado su creación se va, vuelve a su casa, sale de vacaciones, sigue creando otros mundos, universos, o cualesquiera cosas que creen los dioses, cosas damos por hecho inimaginables, o acaso pequeñas cosas absurdas, que luego van tomando lugar en los mundos creados por este dios hipotético que estamos imaginando (por ejemplo: primero un dios, llamémosle Ilúvatar, crea un mundo, llamémosle Arda, y después, cuando se va de vacaciones o a hacer sus cosas, por diversión, crea unos pequeños altavoces que sirven para escuchar cuando tu bebé se despierta en medio de la negra noche en la otra habitación; entonces esta creación del dios primordial toma forma y sustancia en la mente y en el mundo de los hombres que derivan directamente de su voluntad primigenia. Así la cerveza, la imprenta, el clip y la mayonesa.).

Es fácil, digo, de imaginar todo esto; pero no solo fácil: esta idea del dios que crea un mundo y después se pira, para volver eones más tarde a contemplar su creación y criaturas, no nos es extraña y de hecho nos es muy cara, ya que se repite en múltiples cosmogonías y teogonías, mitos y leyendas.

Pues bien, imagina, querido lector, que vuelve ahora el supuesto creador de este nuestro mundo a ver cómo van sus criaturas, ¡y se encuentra el pobre con esto!

Es verdad que él lo creó todo, y que lo dejó echando a andar como quien dice, pero también resulta fácil de imaginar que sus pretensiones primeras fueran submarinas (por ejemplo), que su primera intención fuese crear los seres que moran bajo las aguas, y que la parte de fuera del mar, la parte donde hay dinosaurios y monos, la tuviera más bien como un añadido, una costra necesaria para depositar, de vez en vez, algo de sustrato para sus criaturas submarinas: las inteligentes ballenas, los perspicaces delfines, los pulpos hacendosos, las colonias coralinas que con su canto psíquico dan diversión y ritmo a los radioescuchas marinos de allende todos los mares… No en vano es agua la mayoría de lo que tenemos por aquí, ya nos lo enseñan en el colegio: el 90% de la superficie terrestre está cubierta por los océanos y mares. (Y tú de pequeño, en el colegio, con miedo a hacer preguntas con las que vayan a tacharte el resto de tus años académicos de estúpido, te dices: ¿Y por qué le han puesto al planeta de nombre Tierra, en vez de Agua?).

¿Cómo se tomaría este supuesto creador la desfachatez con que el hombre ha esquilmado los océanos y se ha dedicado a cagar, mear y escupir en las aguas sagradas concebidas para la gloria del Ser Supremo?
Sin pensárselo borraría de un plumazo al ser humano de la faz de la Tierra, sin duda.

Esto que yo estaba diciendo que era tan fácil de imaginar, empero, resulta que no es tan fácil: no lo es por el proverbial egocentrismo de nuestra especie: seguimos pensándonos, creyéndonos, orgullosos: ¡sabiéndonos! lo más de lo más, la estrella del espectáculo, el pueblo elegido, el ser más inteligente del planeta, su dueño y señor: ¡el sol gira alrededor de nuestro mundo y nuestro mundo alrededor de nosotros mismos!

Y así nos va, la historia humana se compone de una serie de saltos de desfachatez en desfachatez, como en un Juego de la Oca cósmico en que casi todas las casillas son «el pozo», «la posada», «el laberinto», y por último: «la muerte».

Solo cuatro locos, cuatro gatos, los elegidos, tienen la suerte de llegar al final, a ese idílico final que se representa en el tablero como, ¡sí! un inmenso lago, un paraje eminentemente acuático bullente de vida, de ocas felices que se dedican ya simplemente a flotar en la pura contemplación búdica.

No va a haber una conseja final, ni conclusión, tira el dado, que te toca mover, ¡pero mira que a veces es mejor, más conveniente, sacar un uno que un seis!


¿Te ha gustado esta entrada? Déjanos tu valoración y tu comentario.

Síguenos en redes sociales a través de Twitter e Instagram.


Francisco Santos Muñoz Rico
REDACTOR | Website | + posts

Esta entrada tiene 9 comentarios

  1. M.Patricia+Lopez+G.

    Toca reflexionar todo lo escrito...y acabarlo por comprender...

    (5/5)
    1. Alberto de Prado

      Lo bueno es que partiendo del mismo texto podemos llegar a conclusiones diferentes e igualmente validas.

    1. Alberto de Prado

      Lanza el dado y a jugar. Las reglas son más sencillas de lo que nos pensamos.

  2. Rashan

    La Oca es la comparación perfecta con la vida, un juego misterioso

    (5/5)
    1. FRANKY

      Rashan, tío, de los libros míos que te pillaste no recuerdo si tienes Juego de sueños, pero ese es mi versión particular de la oca en novela 🤪

      (5/5)
      1. Rashan

        LO TENGO!! Es el que me falta por leer, ya te contaré

  3. lauraalvarez308

    ¿De qué se sorprendería dios si nos creó a su imagen y semejanza? Y luego va y desaparece, todo lo que se encuentre será solo consecuenciade su abandono; desde la oca hasta el parchís, porque con el parchís (jugando en familia) no dudas ni un minuto en zampar a tu madre, sobrino...a quién sea.

    (5/5)

Deja una respuesta

Vota