Relato de Francisco Santos Muñoz Rico (@franky_le_marchant en Instagram).
Soy un saco.
O me siento como un saco, da igual cómo lo exprese: de un millar de formas puedo decirlo y las mil serán certeras: soy un saco; soy un trapo viejo, manchado de aceite o de sangre, en el arcén de una carretera secundaria; soy la bandera pisoteada de una nación violada; soy el cadáver momificado de una rata dentro de un bloque de hormigón junto a otros mil bloques de hormigón (que quizá contengan, cada uno, otros tantos despojos) en un muro inacabable que rodea un erial; soy la ruina de mí mismo, un aparato digestivo y un aparato excretor investido de un nombre y dos apellidos; cementerio sin tumbas, campos sin sembrar. Soy un saco vacío y lleno de descosidos, con ojos como cicatrices deformes y ojeras negras de mugre. O así me siento. Hoy.
Trato de organizar lo que te quiero escribir, pero sabes que siempre me he ido por las ramas, me pierdo en la primera comparación que me pasa por la cabeza, hoy es la del saco. Sólo veo ese saco que se parece a mí, como un personaje de dibujos animados, un saco sucio y con los ojos pesarosos y oblongos como tumbas vacías. Se supone que estoy rozando el autismo, o eso te dijeron, Mamá, pero yo creo que autismo es nada más que una palabra, como “saco”. Sé que no consigo explicarme… y menos por escrito.
A veces lleno los márgenes de mi cuaderno con un montón de dibujitos enrevesados, como de raíces que crecen a lo loco penetrando los cuadritos azulinos de este papel. Casi me gusta más que escribir. Puedo pasar eones dibujando esa diáspora de axones y dendritas; bueno, y los núcleos; cada tanto dibujo un núcleo, que imagino como un tesoro, un trozo de oro, enterrado, un viejo doblón. En una página pueden caber quince tesoros o núcleos.
¿Ves? No sé ni lo que digo, me enreveso como mis raíces: ¡a quién le importa lo que a mí mismo parezcan mis propios garabatos! A nadie, salvo a ti, siempre a ti. Por eso este mensaje. Pero ahora estás muerta, y yo sólo tengo este cuaderno, un sicólogo, el autismo y una urna de cenizas con la que no sé cómo hablar.
También tengo a tu hermana, que no se parece en nada a ti, y cada vez que habla de cualquier tema termina derivando a estas tres constantes: “tengo que gestionar el dinero que te dejó tu madre”, “lo hago pensando en ti (o por tu bien)”, y la más incomprensible para mí: “lo que le hizo tu padre a tu pobre madre”. No sé qué es lo que te hizo mi padre, pero para la tía es cada vez más espantoso. Creo que se puede referir a mí, que al fin y al cabo soy lo que te hizo, ¿verdad?
En fin, sabes que no puedo contestar espontáneamente y con lógica, que me frustro, más bien que se me frustra todo, el universo entero. Así que no le hablo mucho a tu hermana.
Quiero, sé que no te va a gustar que lo escriba, pero: quiero estar muerto, como tú. Quiero no estar. Sé que si lo hago, si me suicido, nadie lo va a comprender, que todos pensarán que ha sido por estar loco, por ser un autista, o casi autista, pero creo que eso no tiene tanto que ver.
Ojalá pudiese quedarme dibujando raíces hasta morir, y dejar de ser un saco, pero la tía me llama para que vaya a la salita: el sicólogo ha llegado.
Si no vuelve a haber cortocircuitos desapareceré como tú desapareciste. No soy tonto y sé que no hay nada, ni reuniones ni encuentros ni trascendencias: lo recuerdo. Si no vuelve a haber ningún cortocircuito: cuando el sicólogo se vaya, con su carpeta y su móvil, y cuando la tía se acueste, cortaré la raíz.
Francisco Santos Muñoz Rico es un activo bloguero, poeta, articulista y autor de varias novelas. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
¿Te ha gustado esta entrada? Déjanos tu valoración y tu comentario.
Síguenos en redes sociales a través Twitter e Instagram.

Albricias Franky, tú por aquí. Tú y tu canalla calidad.
Carlos! Esta web es muy guay, a ver si le vamos dando los empujoncillos que podamos
Franky a venido aquí libremente. Juro que no le he pagado nada y sus opiniones son totalmente libres y sinceras. 😂
¡Muchas gracias!
Vaya, vaya, vaya... Parpadeo y me encuentro con ésto. Sí, Monsieur Franky, no sé cómo llamar a esos versos. Lo que sí tengo claro es que no se te puede quitar ojo de encima.
Bienvenido y bienhallado, Poeta 🙌🏼🙌🏼
¡Genial!
Brutal carta de despedida.
Llena de rabia, frustración, impotencia y sinceridad.
Desde lo crudo del pensamiento, nos desvela aquello que nunca queremos saber.
Así es como se sienten otros.
Abre los jodidos ojos y oídos y atrévete a escuchar!
Gracias, Román!!
Gracias al autor y creador!
Este relato me ha hecho que en unos minutos viaje al pasado, pero sin moverme del presente. Con una sensación extraña y normal a la vez. Sentir cosas contrarias, pero que a la vez casan.
Todo lo raro y especial que puedes conseguir tú.
Lou, qué palabras tan bonitas y enigmáticas, muchas gracias!!!
Felicidades por esta nueva colaboración. Me alegra mucho que dispongas de otra "posada" en la que reposar tus letras. Mucha suerte en todo lo que emprendas. Desconocía este blog, pero tiene muy buena pinta. Voy a enlazarlo en los míos para tenerlo siempre a mano.
Muy bien hecho, Yolanda!! Un abrazo!!
Este relato no caera en saco roto. Se lo leer e a los ancianitos en mis tardes de voluntariado. Y lo debatiremos.
Emociona saber que el relato de Franky pueda servir de ayuda a los demás. ¡Gracias a los dos!
Lo dicho, no deja indiferente, da igual que sea un libro o un cuento, la pena que siento por el personaje que escribe esto es muy real.