Cicatrices

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Relato de María José Bravo Moñino

Dicen que los recuerdos se alojan en nuestra mente, en un resquicio oscuro, casi olvidado, esperando su momento de protagonismo.

Alba despierta en la madrugada, a esa hora en la que ya no eres capaz de conciliar un nuevo sueño.
Movida por un impulso que no sabría explicar, sus manos acarician su vientre. Despacio, con mimo. Su mirada, ausente. Un sentimiento de añoranza martillea su mente, llevándola al delirio de hacer real lo soñado o soñar que él era real. La sangre de una cicatriz vuelve a brotar, abriendo la herida, sin dar la opción de imaginar siquiera sus ojos.

Alba pudo perderse en el camino de la vida, pero ella no estaba destinada a quedarse en aquellas cuatro paredes con olor a agua oxigenada y un blanco que aún en la penumbra duele solo recordarlo. No era su momento.

«¿Fui mala persona por no atreverme a incluirte en mi mundo?». Puñales que se repiten en su inconsciente.

La alegría de esa risa le despierta cuando le sueña, le desarma en minúsculos pedacitos si su pequeña mano se aferrase al dedo.
—¿A quién quiero mentir, cuando se me ilumina el rostro al buscar tus hoyuelos en otro rostro? —susurra Alba más para su inexistente oyente que para su alma.

Esa espinita siempre estará clavada en lo más profundo de su alma.

Mil y una excusas intentan calmar su ilusión de tenerle entre sus brazos, admirar esa inocencia antes que el tiempo le haga crecer en un mundo extraño y difícil.

Una noche más, Alba llora a quien no se mece entre sus arrullos, hasta dormirse con un beso en la frente y su corazón latiendo acompasado a la nana.

«Te veré en mis sueños, mi niño».


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Alberto de Prado
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Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. FRANKY

    Muy bien tratada esa cicatriz que es de la carne y del espíritu, que es puerta pero que permanece cerrada, y paradójicamente, siempre abierta.

    1. espiadem

      Un texto duro y tierno a la vez que puede remover sentimientos.

  2. Bruja del Sur

    ¡Muchas gracias! Es un tema tan delicado como una herida abierta que ni sangra ni sana, simplemente ahí está, formando parte del ser.

    (5/5)

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