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Asuras y devas. Una batalla por la inmortalidad

En tiempos remotos los asuras y los devas se hallaban en conflicto entre ellos. Era una guerra continua entre el bien y el mal, una lucha por el poder y la inmortalidad que hizo temblar los cimientos del mismo universo. 

No resulta fácil para el profano acercarse a la mitología hindú. El rico panteón de dioses, la extensión de sus textos y la maraña de mitos y leyendas, en ocasiones contradictorios, no facilita la labor. Sin embargo, aquellos que se sumerjan en sus epopeyas y sus textos míticos y sagrados quedarán fascinados para siempre por la belleza y profundidad de sus historias. En este capítulo conoceremos más sobre los asuras y los devas, figuras clave en la cosmología hindú.

Los asuras y los devas son grupos de deidades opuestos pertenecientes a la rica mitología hindú. Ambos eran hijos del rishi (sabio) Kashiapa. Este patriarca formaba parte de los siete sabios de la antigüedad y se le considera protector de la humanidad. Sus hijos iniciarían una guerra fratricida por el soma, la bebida sagrada utiliza en los rituales védicos que confería la inmortalidad.

“Bebimos soma, nos volvimos inmortales, llegamos a la luz, encontramos a los dioses”. 

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Los asuras 

Según los textos más antiguos de la literatura védica (anteriores al hinduismo), los asura son seres semidivinos, criaturas ambiguas y complejas que tenían diferentes conocimientos y habilidades sobrehumanas. Los asuras estaban asociados a fenómenos morales y espirituales como el matrimonio o los ritos religiosos. Estas escrituras no los consideran esencialmente malos, dependiendo su comportamiento de sus cualidades esenciales. Existen dos tipos, los benévolos aditiás y los demoníacos dánavas:

En otros textos védicos, y ya de manera inequívoca en la literatura posterior de los Puranas y los Itijasas (epopeyas como el Majabhárata o el Ramaiana), los asuras se consideran seres demoníacos y espíritus malignos enfrentados a los dioses. El Bhagabad-guita, por su parte, afirma que todos los seres del universo pueden tener características divinas de los devas o demoníacas de los asuras.  

La mitología indo-iraní (de origen ario como la védica) también habla de la batalla entre el bien y el mal y pone de forma inequívoca a los asura en el lado del mal y como origen del caos. 

Los devas 

En contraposición a los asuras, las escrituras del hinduismo y el budismo consideran a los devas semidioses benévolos de carácter celestial. Los devas están relacionados con la naturaleza y son responsables de fenómenos como el fuego, la lluvia o el amanecer. En el hinduismo mientras algunos adquieren mayor prominencia, otros asumen un papel menor respecto al descrito en los Vedas. Los devas de nivel superior gobiernan el cosmos y la evolución de la creación. 

El Rig-veda enumera 33 devas que más tarde los Puranas elevan a 330 millones. Los tres más importantes son Váruna, Mitra, e Indra.

Váruna y Mitra

Decíamos que Váruna es el jefe de los asuras, pero también es un deva y, quizá por esta cualidad dual, es a él a quién corresponde el mantenimiento del orden del universo. Antes incluso que los Vedas ya era considerado un ser supremo, un dios omnisciente que administra justicia. 

A Váruna se le veneraba como el dios padre de los cielos, pero también es el dios de las aguas. Acorde con su carácter temperamental, provocaba lluvias torrenciales y tormentas creando el caos en la tierra desde los cielos, aunque también se le asocia a las masas de agua como ríos, lagos, océanos o mares.

Váruna es hermano gemelo de Mitra, pero son totalmente opuestos. Mientras Mitra representa al Sol del amanecer, la luz de la mañana que da vida, Váruna es la noche en conexión con la Luna y se le considera el dios de la muerte capaz de otorgar la inmortalidad. Mitra y Váruna se encargan de velar por el cumplimiento de los acuerdos en la tierra. Mitra de forma benévola vigila que la gente cumpla sus promesas, pero Váruna sabe quien miente al contar con las estrellas como espías y castiga sin clemencia a quienes las incumplen. Váruna conocía el pasado y el futuro y ningún mortal podía escapar a su autoridad.

El dragón Vritrá

El demoníaco asura Vrtra o Vritrá es el primer dragón y padre de dragones. Según los textos védicos en su forma de serpiente alada bloqueó las aguas del mundo provocando la sequía e impidiendo el desarrollo de la civilización humana. Pero Vritrá es asesinado por Indra liberando las aguas y trayendo las lluvias y una nueva luz al mundo.

Una teoría identifica al dragón Vritrá con los hielos del Himalaya que retienen grades cantidades masas de agua. En ocasiones también ha sido confundido con Váruna, con quien guarda varias semejanzas. En cierta manera, Vritrá representa la versión oscura y demoniaca de Váruna en relación a su dominio sobre las aguas.

Indra

Indra es el dios principal de los cielos, el rey o señor de los devas, y figura heroica y central en el Rig-Veda. Está relacionado con otros dioses europeos como Thor o Zeus y, al igual que estos, es la deidad de las tormentas y el rayo, pero también de la guerra. Indra es hijo de Aditi y Dyaus Pita (la Tierra y el Cielo) y es hermano de Agni, el dios del fuego. En ocasiones se dice que son gemelos. Ambos, nacieron en toda su plenitud y listos para la batalla. Indra también es el verdadero padre de Arjuna, héroe de la gran epopeya del Mahabharata.

Es el creador de las perlas de Indra, una interpretación del universo que considera que este está formado por una especie red multidimensional de cuerdas que se expanden hacia el infinito. Cada intersección de la red estaría formada por “perlas” que a modo de espejos generan reflejos infinitos. Es curioso como esta idea encuentra perfecta correspondencia con el modelo de universo propuesto por las algunas investigaciones científicas recientes…

Con el hinduismo Indra pierde un tanto su lugar y deja de ser un dios central, para convertirse en el rey de los semidioses o deidades menores. A pesar de su condición, es un dios vengativo y temeroso de perder su posición que comete muchos errores y pecados por los que debe buscar redención.

Se suele representar con un tono de piel amarillento-dorado, cuatro brazos y el pelo y la barba rojizos. Por una maldición-bendición, tiene además el cuerpo cubierto de ojos con los que puede conocer cuanto sucede en el mundo. Empuña el Vajra un arma de rayo y monta al gran elefante blanco Airavata.

La batalla entre Indra y Vritra

Indra derrotando a Vritrá

La batalla contra el dragón Vritrá fue la mayor hazaña de Indra en beneficio de la humanidad. La codicia de Vritrá le había llevado a acumular toda el agua de la tierra. No permitía que nadie bebiera de ella y nadie era capaz de derrotar el poder de Vritrá. La sequía permanente volvía la situación insostenible para la humanidad. Pero Indra, nada más nacer, acometió la difícil tarea de derrotar al dragón y liberar el agua retenida.

Preparandose para la batalla

Vritrá era un ser devoto y determinado practicante del yoga ascético, que había alcanzado un elevado estado espiritual, por lo que Indra buscó la ayuda del sabio Tuastri (o Tvastar, posible padre de Indra), el fabricante de herramientas celestiales, que construye para él la lanza Vajra del rayo celestial. Tuastri es también el guardián del Soma, la bebida ritual (y psicotrópica) que Indra tomó en abundancia antes de la batalla y lo volvió increíblemente poderoso.

En el Rig Veda se dice que Indra convenció a VárunaSoma y Agni para que le ayudaran en su lucha. Antes los tres asuras habían apoyado al demonio con forma de dragón al que llamaban padre.

El inicio de la lucha

Indrá se abrió camino destruyendo las noventa y nueve fortalezas de Vritrá hasta alcanzarlo. Lucharon en el cielo igualados en poder, sin que ninguno fuera capaz de derrotar al otro, hasta que finalmente Vritrá golpea a Indra, rompiéndole las mandíbulas. Entonces, Indra se elevó por encima de las nubes y golpeó a Vritrá con el rayo de su Vajra, reventando su estómago. Después desmenbró a Vritrá liberando las aguas retenidas, trayendo la luz solar al mundo y separando cielo y tierra. Indra pasa entonces a ocupar el lugar como dios supremo en sustitución de Váruna.

La caída de Indra

En épocas posteriores, el hinduismo desplaza a Indra de su lugar en el panteón para elevar a Vishnu, Brahma y Shiva como dioses principales. Indra pasa a ser considerado un ser poco elevado espiritualmente. Aún así, todavía se le concede un gran poder y se le considera el rey de las deidades menores. En una nueva versión de su batalla contra Vritrá, Indra se ve en la necesidad de pedir ayuda a Vishnú y Shiva, además del Soma deificado, para poder derrotar al dragón.

Tal y como sucede en los cuentos de la mitología griega, muchas de las historias protagonizadas por Indra contienen lecciones básicas de moral.

Las guerras entre asuras y devas

La batalla entre Indra y Vritrá es solo una de las muchas historias de luchas entre asuras y devas. En un principio los asuras y los devas eran mortales y habían compartido todo sin problema. Pero pronto comenzaron a luchar por dominar el mundo y por el control del soma que les otorgaría la inmortalidad. Esto condujo a una situación de guerra continua sin necesidad de provocación previa.

Batido del océano de leche (Samudra Manthana)

El batido del océano de leche, en una impresión de arte de bazar, c.1910s; los Suras o dioses están a la derecha, los Asuras o demonios a la izquierda

Tras las primeras luchas los devas habían quedado debilitados y vencidos y solicitaron entonces la ayuda de Vishnu. Pero este les propuso pactar una tregua y unir fuerzas con los asura para extraer la amrita (el jugo de la inmortalidad) del océano de leche (vía láctea). La tarea era tan colosal que los devas aceptaron colaborar con sus enemigos.

Extrayendo el néctar de la inmortalidad

Para extraer la amrita, debían recoger las hierbas mágicas del océano batiéndolo. Para lograrlo cortaron el monte Mandara y para evitar que se hundiera lo colocaron sobre el caparazón de Kurma, la gran tortuga divina (un avatar del propio Vishnu) que estaba sentada en el fondo del océano. Después, utilizaron a la serpiente Vāsuki (rey de los Naga, semidioses con forma de serpiente) para poner la montaña en rotación.

Durante miles de años asuras y devas realizaron un esfuerzo conjunto batiendo el océano hasta que de las aguas primordiales del océano salió el terrible veneno del Halahala (masa negra o rompecabezas del tiempo) que comenzó a asfixiar a ambos bandos. Desesperados, acudieron a Shiva quien les prestó su ayuda. Con valentía, el dios trago el veneno para neutralizarlo, pero el veneno era muy fuerte. Conmovida por el acto heroico de Shiva, la diosa Parvati lo agarro por la garganta y retuvo allí el veneno volviéndose el cuello de Shiva de color azul por su efecto. Del océano emergió, al fin, el amrita junto a otros tesoros y seres maravillosos.

El engaño de Vishnu

El Bhagavata-purana cuenta que Vishnu se transformó en la hechicera Mohiní y bajo esta apariencia sedujo a los demonios asuras para arrebatarles el néctar y dárselo a los dioses devas. Pero el asura Svarbhanu se hizo pasar por un deva para tratar de beber el amrita.

Surya (Mitra), el dios del sol, Chandra (Soma), el dios de la luna, descubrieron el engaño y avisaron a Vishnu. El dios decapitó a Svarbhanu con su disco Chakra justo cuando el asura estaba tomando el néctar de la inmortalidad. La cabeza y el cuerpo flotan desde entonces en el espacio, aunque invisibles para los humanos. El cuerpo, Ketu, tiene forma de dragón y la cabeza, que recibe el nombre de Rajú, cada cierto tiempo devora al Sol o a la Luna en venganza, provocando los eclipses.

El fin de las guerras

Shukra, el planeta Venus

Los devas habían afianzado sus posiciones y los asuras se vieron obligados a huir encontrando refugio con Shukracharya (o simplemente Shukra, el planeta Venus), el gurú de los asura.

Shukra, el maestro espiritual de los demonios

Shukra, fue estudiante de los vedas con el rishi Anguirasa, pero la preferencia de este por su hijo Brihaspati, hizo que Shukra marchara a estudiar con el sabio Gótama, autor de algunos mantras del Righ-Veda. Shukra hizo muchas penitencias por las que el dios Shiva le entregó un mantra (un himno) capaz de revivir a los muertos. En ese tiempo Brihaspati, el hijo del rishi Anguirasa, se convierte en gurú de los devas y Shukra decide, por envidia, convertirse en el gurú de los asuras.

Shukra realizó más penitencias para obtener poderes espirituales con las que derrotar a los devas. Pidió a los asuras que permanecieran ocultos y se abstuvieran de hacer la guerra con los devas hasta estar preparados para la batalla. Shukra subió entonces al monte Kailash y acudió al señor Shankar al que rogó sus bendiciones para lograr el éxito en sus penitencias. Shankar impuso a Shukra un ayuno severo si quería obtener la fuerza espiritual que deseaba.

Por su parte, los devas, enterados de la penitencia de Shukra quisieron acabar con los asura antes de su regreso, pero la madre de Shukra se lo impidió al ponerles bajo el hechizo de Nidra, diosa de la inconsciencia. Solo Indra logro escapar del influjo del hechizo gracias a la ayuda de Vishnu, que decapitó después a la madre de Shukra.

La venganza de Bhrigu

Cuando su esposo, el sabio Bhrigu, se enteró de lo ocurrido, se enfureció y maldijo a Vishnu condenándolo a renacer en la tierra una y otra vez. Luego, revivió con sus poderes a la madre de Shukra. Indra asombrado y temeroso ante las muestras de poder del Bhrigu y temiendo por la seguridad de los devas, envió a su propia hija Jayanti a vivir y servir a Shukra. Shukra, complacido con la paciencia devoción demostradas por Jayanti, la tomó por esposa y durante diez años creó una ilusión que impidió que nadie, incluidos los asuras, les pudieran ver.

Durante ese tiempo, Brihaspati accedió a las suplicas se Indra para hacerse pasar por Shukra y convivir con los asuras. Pasados los diez años cuando el verdadero Shukra regresó, los asuras no lo pudieron reconocer y pensando que era un impostor, lo enviaron lejos. En venganza, Shukra los maldijo para que fueran derrotados por los devas. Enterados de esto y seguros de obtener la victoria, los devas iniciaron la guerra contra los asuras. Al darse cuenta del error que habían cometido, los asuras rogaron a Shukra que les perdonara que finalmente, accedió a ayudarles de nuevo.

Época de paz

La guerra entre devas y asuras fue cruenta y duró cientos de años. Los asuras ganaron muchas batallas gracias al poder de Shukra de revivir a los muertos, pero los devas obtuvieron la ayuda de la gran Diosa que infundió el temor entre los asuras. Obtuvieron misericordia de la diosa a cambio de evitar el camino de la guerra y que vivieran en paz en el Patala (los reinos subterraneos bajo la dimensión terrenal, el inframundo). Desde entonces asuras y devas vivieron en paz, en sus respectivos dominios, pero los asuras esperan a que la rueda del dharma les sea propicia.


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